Aprender a ser directivo

 

Ser directivo no es fácil. Agobios, urgencias, planificaciones, responsabilidades, decisiones… todos parecen depender de uno, y uno debe responder adecuadamente a cada situación.Un buen directivo debe cumplir con determinados requisitos, partiendo de la satisfacción del perfil para el puesto, conocer el negocio, ganarse la confianza del equipo de trabajo y de quienes interrelacionan con la empresa, conocer de empatías y de dominio del tiempo, mantener la compostura, saber escuchar, ser organizado, prevenir acontecimientos, ser analítico y objetivo, diferenciar problemas y personas, acordar en momentos conflictivos, y un sinnúmero más de condiciones que deben conjugarse en una persona que pasa a ser patrimonio común de todos los demás.

El directivo (o ella), va recogiendo hábitos en su vida organizacional. Lo que antes parecía acertado, en la gestión parece transformarse en un trastabillar permanente. ¿Para qué corregir lo que antes estuvo bien? ¿Cuáles las virtudes y los defectos? ¿Es mejor ser un empleado despreocupado?

El acto de corregirse en la dirección es permanente. Es en la cima de la organización donde se empieza a ser más “ejecutivo”, y tal vez más inflexible en las decisiones, los tiempos apuran y quizás nos pongamos impacientes, la intolerancia suele ganar, y la seguridad puede permutarse en prepotencia. La necesidad de decidir demanda información, pero ya! ¿Y si antes se vanagloriaba del poder de anticipación, ahora qué pasó? ¿Cuándo vale la pena la anticipación? ¿Cuándo delegar la toma de decisiones? ¿En quién confiar la información? Entonces, lo primero es tomar conocimiento de nuestras cualidades, y la de nuestro equipo, para pensar colaborativamente, como un todo. De esa manera estaremos dando respuestas al entorno, sea en primera persona o a través de nuestros delegados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Conocernos es la premisa, luego buscar las formas de aprendizaje más apropiado, para que sepamos desarrollar nuestras habilidades y modificar nuestras acciones. Hoy existen asesorías que potencian nuestras capacidades, nos entrenan (coaching empresarial), y encaminan nuestras acciones en un proceso de crecimiento. Actualmente no solamente los recursos humanos subordinados han de estar motivados… los directivos también lo son.

Quien dirige pretenderá aumentar su rendimiento, adaptarse a situaciones cambiantes, alcanzar objetivos estratégicos, desarrollar la inteligencia colectiva, trabajar en simultáneo, saber comunicar con eficiencia.

Comunicar en el ámbito empresario suele marginarse a las acciones hacia afuera, hacia los clientes. Un directivo debe comunicarse a dos vías, hacia adentro es casi tan importante, ya que su equipo debe saber con precisión cuál es el espíritu motivador de la empresa, sus metas, objetivos, decisiones, vías de gestión. Habilidades como escucha activa, conocimientos de distintos tipos de lenguajes, interpretaciones, generación de diálogos, son facilitadores de la gestión.

En el arte de preguntar y responder, el directivo fomentará relaciones con su equipo. El realizar críticas constructivas como saber recibirlas-, pueden transformarse en un reconocimiento para la organización. La creatividad entra en juego en esa interacción, ya que son herramientas diagnósticas que deben desarrollar las competencias de nuestros recursos.

En la dirección, el aprendizaje es constante. Estar preparado para ello, es el desafío.- La tiranía: la administración del tiempoNo hay emprendedor que no resista la tentación de culpar a la falta de tiempo para el accionar empresario. El tiempo es tirano, siempre escaso, insuficiente.Desde la emergencia del taylorismo (Frederick WinslowTaylor, EEUU, 1856-1915), la optimización del tiempo laboral ha quitado el sueño a los sectores dirigenciales del ámbito empresarial.Isa Miranda se dice una mujer que decidió ganar tiempo, y ha hecho de ello una práctica laboral.Ella sentencia que mejorar la administración del tiempo no es nada fácil, pero que sí se puede lograr una administración y control más efectivo. Explica que “el tiempo transcurre tan rápido que a veces no nos damos cuenta de la cantidad de cosas que dejamos de hacer, cuando más lo lamentamos es que estas cosas pudieron haber sido muy productivas y satisfactorias”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como en toda la organización, todo comienza con hacer conciencia lo que hacemos y cómo, de manera de evaluar si, también al tiempo, lo podemos administrar mejor. “Incluso en algunas citas”, dice Miranda, porque la administración y el ser humano requieren de las relaciones con otras personas.Simplifica la cuestión. Afirma que en la administración del tiempo “podemos pensar en este concepto como un río que fluye, y que es necesario ir a su paso, nunca en contra”, lo que podría acarrear a consecuencias más graves. Por ende, hay que centrar la atención como la mejor estrategia para administrarlo, la cual mejorar cuando “sabemos dar prioridad a las cosas”.Miranda recomienda recursos tecnológicos que están a disposición de los usuarios en la actualidad, desde agendas y programas informáticos al uso de dispositivos móviles (o la tradicional agenda). Insiste con que lo “importante es tratar de registrar lo que hará en el día, anotar todo funciona y se verá reflejado en su tiempo”.

Es indefectible, el tiempo sigue su curso, jamás podremos detenerlo, por lo que subraya que “debemos seguir su paso y aprovecharlo de la mejor manera”, extrayendo todo provecho en cada momento del día, intentando ser siempre productivos, en el menor tiempo posible.Esa administración del tiempo no es sencilla, pero recomienda darle prioridad y llevarlo a cabo, lo cual ayudará a su vez- a organizar la rutina y todo lo que nos proponemos realizar en los tiempos establecidos.

Finalmente, como cierre, quisiéramos recordar una llamativa costumbre que había emprendido Tomás Bulat, reconocido economista y periodista. Él siempre establecía horarios en las reuniones, incluso en las informales. Solía manifestar: “tengo 15 minutos para conversar lo que quieras”, había que aprovecharlo, porque con seguridad, era el tiempo que iba a dedicar a ese encuentro. Su crecimiento, además de sus capacidades, han demostrado que la optimización del tiempo dan resultados.