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Eugenia Regalado

 

Cuajando ideas productivas

Cabaña Don Atilio promociona la producción y comercialización de quesos de oveja. La diversificación y el valor agregado en origen como realidad. De las ciencias políticas al emprendedurismo. 

 

Eugenia Regalado es joven, vital, inteligente y con razonamientos que dan cuenta de su amplitud y capacidad para visionar nuevas oportunidades. Hija de productor rural, reconoce que “toda mi vida estuvo ligada al campo, me crié allí, hasta que corté para irme a estudiar ciencias políticas”. Pero cuando rendía la anteúltima materia tomó real conciencia que las motivaciones pasaban por otro lado, por lo que recibida, su vida tomó un rumbo más deseado. Hoy conduce la producción y comercialización de quesos de oveja de la Cabaña Don Atilio.

Afirma que “la idea estaba latente siempre desde el momento en que mi papá -Daniel Regalado- criaba ovejas lecheras”. En la facultad la idea se concibió casi como un juego, hasta que “salió una posibilidad a partir de unos créditos que otorgaba el Estado”, donde  empezó esto, “se lo propuse a mi papá. Primero pensó que lo estaba cargando, hasta que vio que era en serio y en seis meses lo pusimos en un papel, sacamos números y quedó la idea formada”. Ahora tenía una cómplice para concretar el concepto, “no tenía a nadie que lo acompañe, y solo no podía. Él es un fanático de las ovejas, toda la vida las tuvo, es un fanático de esa raza, comenzó a criar, tuvo su cabaña para empezar a vender puro”.

La raza seleccionada por Regalado es la PampINTA, “una cruza entre dos razas que la crearon en INTA Tandil, supuestamente constituyendo la primera raza argentina, una adaptación de las ovejas lecheras europeas como friesian, que trasladado acá tuvo muchos problemas de adaptabilidad; la que se cruza con corriedale, la raza más adaptable del mundo”.

Una vez pensado, escrito y presupuestado, la idea de participar en el proyecto gubernamental quedó en la nada. “Cuando estábamos empezando a comprar las cosas por nuestra cuenta, salió Incentiva como concurso, así que nos sirvió para reescribir el proyecto, volver a pensar las cosas para plantearlo bien, porque escrito es cuando lo criticás bien”, afirma y recomienda. “Eso nos sirvió muchísimo, no presentamos, fuimos a preselección unos 400, quedamos 20, nos comenzaron a entrevistar telefónicamente. Eran integrantes de la Fundación Banco Provincia, economistas, gente de la administración, todos con el fin de pinchar el proyecto, buscando debilidades, lo que nos ayudó muchísimo, para plantear números. Se ve que el proyecto era viable, porque volvimos a quedar entre los diez seleccionados, lo que nos permitió pensar en la segunda etapa, que era la quesería”.

 

Concretar la idea

Regalado describe un proceso de crecimiento y constitución. Relata que “el tambo se armó hace tres inviernos, en el verano siguiente hicimos una prueba durante un mes para evaluar el producto”, para lo cual realizó un curso con un maestro quesero. “Se trataba de ver cómo salía –sostiene-. Ya al año siguiente la quesería estaba en funcionamiento, con todo nuevo, como correspondía, ya lanzando el producto, comerciándolo, con una habilitación en trámite”. En el año que finaliza considera que el producto final y la producción han madurado.

La ponderación actual es muy positiva. “Estamos produciendo cerca de 100 litros diarios, lo que en ovinos es muy bueno. Aún nos falta mejorar la genética, porque lo ideal sería llegar a producir un litro y medio por día, cuando en la actualidad estamos en alrededor de un litro. La idea es seguir avanzando por ese lado”. Con esos rendimientos están en condiciones de “elaborar quesos semiduros, que salen con cuatro sabores: ahumados, pimentón, pimienta negra y en hebras”.

 

El mercado                                                             

Para la emprendedora, definir, conquistar y consolidar el mercado no es tarea fácil. La comercialización “es lo más complejo, porque uno puede producir determinado producto, pero donde el acierto o el error dependen de vos mismo. En cambio con la comercialización se dificulta más, porque no hay un mercado que exista, todo es nuevo, sería mucho más fácil si existiera una competencia. Cuando ella existe se entra mucho más fácil, porque hay un conocimiento del producto.

Hoy nosotros estamos entrando al mercado por precio, que es muy beneficioso”. Pero rememora que “antes de empezar me dediqué a recorrer la provincia de Buenos Aires y sus queserías; en general todos coincidían en que un proyecto de este estilo requiere de al menos cinco años, un momento en el que se pueden sacar balances generales y posicionarse”.

Por lo tanto se trata de crear un mercado, de forma que “lo primero es que nos conozcan, y para que nos conozcan no podemos tener una barrera de precios. Por eso se buscó un precio accesible, se pensó en un tamaño que no requiera fraccionamiento para que sea simple de vender, que no requiera una gran compra para probar. Pero también pensamos en la forma de trasladarlo, sin que genere ningún tipo de contaminación y que sea fácil de manipular, lo que solucionamos con el envasado al vacío”, sostiene con la seguridad de haber sopesado todas las alternativas.

Ahora, en proceso de consolidación, la emprendedora analiza que “primero luchamos contra el producto, que salga bien, y con ello estamos satisfechos. Falta abrir más el mercado; hoy lo tenemos completo, pero con una producción chica, faltan abrir nuevos y consolidarlos”. Asimismo está satisfecha, afirma que “todo mercado que se abrió tiene una continuidad, a pesar de nuestra no continuidad, porque nosotros tenemos una producción estacionaria, no podemos producir más de ocho o diez meses, lo cual es un freno porque tenés que cortar la relación y luego volver a generarla. Seguir abriendo mercados es fundamental, hay todavía mucho, por falta de tiempo y por ser pocos los que estamos involucrados”. Hacia el futuro reconoce que están “buscando ayuda, por lo que creemos que tendremos más mercados. Pero para eso hay que aumentar la producción, y también estamos en eso, lo cual tampoco es fácil, porque no podemos tener sobrestock. El año pasado producimos una determinada cantidad de quesos, se los ubicó en el mercado, este año hicimos lo mismo. No nos sirve producir para que queden”.

 

La facultad ayuda

Regalado bromea, su licenciatura no sirve –dice- para vender un político pero sí quesos. No duda en la importancia que ha tenido la formación para el emprendimiento. Recuerda que “en el concurso en que nos presentamos, en cierta forma nos lo dieron por la manera en que estuvo presentado”; “tomé sus herramientas para la vida, y lo pude adaptar a todo. Una carrera te permite que entiendas un montón de cosas, desde enfermedades a química del queso, se hace más accesible”, simplifica.

También apoya la especialización y socialización. Reconoce que “la persona que me dio las herramientas para la fabricación, un maestro quesero de Lincoln, también me ayudó muchísimo, en todo momento. Todo el mundo te va ayudando, incluso tomar mates con tus amigos; durante seis meses estuve contando el proyecto a gente, la misma cara te indica que lo que estás proponiendo no es totalmente loco”.

La visibilidad o amplitud de pensamiento va concadenado a la propia visión del negocio, de la concepción de un público, su elección y la búsqueda de satisfacción. El mercado nacional se ha visto modificado por la globalización, el mundo gourmet ha transformado los paladares de los argentinos, y en ello ofertas como las de Don Atilio, encuentran su segmento. Regalado acuerda que “en general la gente que lo consume es esa, la que incursiona en probar nuevas cosas, que no le teme a un sabor distinto, aunque no es un sabor tan difícil de aceptar, porque es adaptable a cualquier paladar, aunque representa ese segmento, gourmet”. En ello valió su posición personal: “hay una cuestión muy básica. Yo empecé a hacerlos porque me gustaron. A mí me encanta la cocina, lo probé, me fascinó y eso hizo un click”.

 

Métodos, procesos y género

“Yo llevo un absoluto control diario de todo, horas, litros, fotos, temperaturas, cantidad de quesos, sirve para controlar la producción, rendimientos, todo es un seguimiento”, dice con meticulosidad. Aprovecha para expresar las bondades de su producto, dice que “es un queso súper cremoso, con un sabor muy particular, sin ser muy invasivo. Permite que todo el mundo lo pueda disfrutar. Tiene una cremosidad que no lo tiene cualquier queso, y es muy rico. Desde lo que es imagen, también se trata de vender un cambio de estilo de vida, el nuestro es un producto sin ningún tipo de conservante, sin nada malo para la salud. Por el contrario tiene efectos benéficos, como que sube el colesterol bueno, es apto para celíacos y para intolerantes a la lactosa”, afirma satisfecha. Agrega que en la fabricación, su “proceso es exactamente igual (al resto de los quesos), lo único que cambia es la leche, que es totalmente distinta a la de vaca, y eso es lo que le da la particularidad”.

Regalado es mujer, joven, licenciada en ciencias políticas y oferente de un producto novedoso en el ámbito. Los desafíos son múltiples. Reconoce que “las dificultades fueron miles, solamente una persona que sea emprendedora puede percibir la cantidad de problemas que pueden suceder, desde la misma polivalencia que uno tiene que adquirir, porque uno pasa a hacer de todo, desde atender el teléfono a dar vuelta el queso. Y en todas las etapas y pasos podés tener una complicación”.

 

Escribir, contar y pensar

La emprendedora insiste en que “empezar un proyecto significa pensar en un número, y que anualmente lo tenés que ir multiplicando. Pero también pensar en agrandar algo y de repente te quedes sin dinero… todo es muy complejo. Y son cosas que se plantean todos los días”. De allí es que el “nivel de concentración que debés tener es altísimo, porque un error en una de las etapas puede significar un error para todas las demás”.

Por ende, la planificación, escribir el proyecto “es fundamental para cualquier persona que tenga pensado hacer algo así. Hay que hacer números, no para fantasear, porque eso puede ser lo peor que te puede pasar. Yo tengo un número posible, lo que deseo que pase, pero sin embargo considero que pueden pasar un montón de cosas para no alcanzarlo, y eso no me puede frustrar”. Mismas frustraciones con las que “tenés que empezar a convivir, las cuales se deben controlar para que no sucedan”.

Sobre los últimos conceptos surgen los alicientes para nuevos emprendedores, “es fundamental hacer números y escribirlo, pero por sobre todo no frustrarse, porque hay muchas formas de frustración, pero si seguís adelante salen las cosas perfectas”.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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