top of page

Aberturas Rodríguez

El desafío: superar el mercado local

 

Ramón “Poroto” Rodríguez dio origen a un emprendimiento unipersonal en la década de 1940, cuando aún era un pibe. Hoy su hijo, Gerardo Rodríguez, es quien comanda lo que ya es una empresa de referencia en la región.

Es el nuevo timonel quien define al emprendimiento familiar como “una marca ya instalada en Bolívar”. Sin opciones, “mi padre me dijo trabajás o estudiás, él quería que siguiera con esto, así que ahí estamos, tratando de buscar más vueltas de tuerca para lo que falta para continuar y generar una fuente de empleos”.

Poroto empezó cuando aún tenía que llevar los tablones al hombro, sin más que ganas y su cuerpo. La trascendencia de Carpintería Rodríguez ejemplifica la esencia del emprendedurismo, de la constancia y la perseverancia. Gerardo observa que la empresa se fortaleció a partir “del crecimiento de la ciudad, principalmente en los 70´s y 80´s, porque mi padre empezó desde una familia muy humilde, como ayudante de carpintero, y cuando salió del servicio militar se puso a hacer cosas por su cuenta. Le fue muy bien, especialmente por la calidad de sus trabajos, también por su responsabilidad y fue creciendo hasta que tuvo una expansión importante, con su carpintería y empleados que le respondían. Sus trabajos eran envidiables, con conducta y ética, lo que es muy bueno. En ese entonces, cuando se hicieron las mejores casas, con gente que daba pie a su imaginación para hacer lo que le gustaba; y gracias a los materiales de la época, todavía están vigentes”.

A fines de los 90´s, cuando la crisis se hizo presente, Poroto sufrió la partida de su hijo hacia los EEUU. Gerardo afirma, “fue una etapa, en la que luego de haber levantado la empresa, con empleados y familias, durante la recesión se presentó la posibilidad que me fuera. Para su vida fue imperdonable, yo como joven buscaba oportunidades; si yo me quedaba, su mano derecha -uno de sus empleados favoritos- se tenía que ir, era una época mala”, dice como sacudiéndose la experiencia. “Yo veía que pasaba de un taller lleno de vida, de obras, a uno limpito, donde se barría todo el día”, lo que llevó a achicar personal, “terminó trabajando medio día… lo bancó con el alma, porque lo lleva en la sangre. Todo eso me llevó a buscar un nuevo horizonte”.La experiencia valió la pena, y todo volvió a su cauce. “Yo lo disfruté, porque pasamos de un país en el que no conseguíamos nada a otro en el que te tiraban con los trabajos. Yo veía a los americanos, cada uno enfrascado en lo suyo, allá nadie toca nada que no sea de su profesión, acá hacemos de todo y sino lo arreglamos con alambre, no te quedás parado hasta que llegue el especialista”. Eso ha marcado el nuevo gerenciamiento, “porque la gente también está más exigente, uno tiene que estar full time, y al ver que en el país produciendo el negocio crece, uno va incorporando cosas nuevas que significan un incremento fuerte en el trabajo; antes alguien venía al local me compraba una puerta o una ventana y se terminaba la historia, hoy le vendés todo, hasta los vidrios y por la inseguridad las rejas, así vas incorporando cosas”.

 

Se trata de una adaptación permanente al mercado, de aquella historia artesanal a la empresa actual hay un cambio extraordinario. “Es así -dice- uno va buscando las necesidades de la gente, uno debe buscar que el no tengo, no tenga cabida en nosotros. Buscamos todo lo que está entrando al país, ves las publicidades, lo que está en las películas o novelas, porque vienen y te consultan si no tenés eso que vio ahí”.

No deja de reconocer que “muchas veces me reniego, pero está el circo armado y hay que seguir”, y en esa inercia incluye el desarrollo de la fábrica de aberturas de aluminio. Sin embargo interpreta que “hoy está para la compra y venta, no para producir, esa es la realidad del país. Pero uno sigue invirtiendo para seguir adelante”. La observación y la capacitación mandan en la dirección, “la intuición también te hace dar cuenta, hoy intentoinnovar para hacer un producto de otra calidad que lo están comprando en otro mercado, quiero que la compren en mi ciudad”, sostiene con determinación.

La historia de Carpintería Rodríguez se puede rastrear fácilmente, pero hay un punto de inflexión que representa la apertura de la sucursal en Daireaux y lo que ello representó para la empresa. Un relato casi risueño le dio origen, pero que pinta el quehacer de los pueblos. Los Rodríguez iban a realizar trabajos domiciliarios a la vecina localidad, con clientes que crecían a través del boca a boca, hasta que un atrevido les propuso “hacer un trabajo por el que podía pagar con el alquiler de un local céntrico”, “no teníamos nada que perder, probamos y hace diez años que estamos allí, muy bien con la comunidad”, dice Gerardo al expresar que en su espíritu ronda la idea de abrir más sucursales, pensando en un mercado regional.

 

En sus definiciones surgen dudas: ¿por qué conviene comercializar antes que la producción? Rodríguez no escapa a las respuestas, define que “ha cambiado muchísimo en lo que es el costo laboral, el mantener una empresa en la actualidad es una cuestión de supervivencia constante. Tener empleados significa mucho a nivel sueldos, carga impositiva y preocupaciones, porque si tenés cinco empleados tenés cinco problemas diferentes; uno trata de trabajar en armonía, pero siempre tenés una rotura o un imponderable”. Ejemplifica el caso con las complicaciones que presentan los feriados largos, donde se afecta toda la cadena de producción y comercialización. Así “hoy, con mucho menos, es más fácil la compra-venta y no la producción, porque hacés un pase de manos. Lo que es productivo, en la actualidad nos encontramos muy afectados, somos un limón exprimido al que no le queda más jugo”.

Es momento de sopesar los problemas más importantes en el ciclo productivo en el que sobresale el discurso del desarrollo, de la producción. Enumera desde “la carga impositiva, es fundamental por los montos de dinero que representan. Yo les muestro a mis empleados lo que pagás de cargas sociales, y no sabés de dónde sacarlo”. En lo productivo, destaca la coordinación y la optimización de tiempos, porque “el cambio ha sido tan rápido que la gran demanda no alcanza”, examina.

Un reclamo histórico para los emprendedores es el de las ayudas financieras. Asegura que “siempre he golpeado puertas para ver si llega alguna ayuda, siempre terminamos en lo mismo: recurrir a la mano de obra, la voluntad y el bolsillo. Uno va a sacar un crédito y te piden dos millones de pesos de ganancia, y si yo puedo demostrar eso, no voy a pedir nada, porque voy a estar feliz de la vida”. Ante los excesivos requisitos, surge la reflexión: “si estoy ahí es porque necesito, me falta inyección de capital para producir, yo pongo hasta donde da el bolsillo, yo tengo siete familias para sostener, es prioridad pagar cuando y lo que corresponde”.

En cuanto la relación con sus recursos humanos lo considera como “fundamental, es un grupo humano excelente”, e insiste en sentirse “amigo, abierto a las propuestas, y son ellos los que suelen proponer”, asevera satisfecho.Al momento de imaginar un escenario futuro, Rodríguez sopesa los agradecimientos a la gente que lo rodea, “siguiendo con lo que tengo, aunque uno pide más para satisfacer más a los clientes, la pena máxima que tengo es cuando se van porque no encuentran algo. Queremos que esto siempre esté vigente”, afirma.En un momento de mesura, en el que ya se puede argumentar que es un sobreviviente exitoso de las crisis que azotan nuestro país, Rodríguez manifiesta que ante la incertidumbre su refugio es la Internet, “aunque la crisis pase por mi ciudad, siempre busco también afuera, y hoy que Aberturas Rodríguez ya es una marca, busco crecer gracias a gente que tengo en otras localidades, que compran nuestro producto”. Termina definiendo que se divide el negocio, “para Bolívar producimos lo que la gente necesita en su ciudad, y para otras localidades soy una fábrica, para que un negocio tenga mis puertas y ventanas a la vista del público y lo pueda vender. Siempre intento buscar una vuelta, intento no quedarme quieto y salir adelante”.

Finalmente rescata que “nosotros hoy tenemos una fábrica de aberturas de aluminio, hecha a pulmón con los chicos que tenemos acá, hoy están trabajando a pleno. Ahora intentamos innovar con otro tipo de aberturas, con más tecnología y con otra prestación para otro tipo de clientes, queremos que el que venga acá se lleve una solución. También ofrecemos todo tipo de cerramientos, que se usa mucho, por ejemplo para quinchos o ampliaciones, en lo cual también nos hacemos cargo de la colocación. Pero también vamos a hacer cosas a medida, como siempre, ofreciendo lo mejor, incluso hacemos los detalles de ajuste de obra”, culmina un emprendedor de raza.

 

Contactos:www.aberturasrodriguez.com.ar

aberturasrodriguez@hotmail.com

Bernardo de Irigoyen 347 – Bolívar – TE 02314 428245Alsina 350 – Daireaux – TE 02316 454199

 

Nuestros emprendedores

  • Wix Facebook page
  • Wix Twitter page

Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

bottom of page